miércoles, 1 de agosto de 2018

DEBIMOS DE HABERLO VISTO VENIR

Cada día, desde hace un mes, leo, escucho o me entero de noticias acerca de AMLO. Hasta el día de hoy muy pocas han sido las que no me hayan ocasionado un vuelco en alguna víscera (el cerebro, el corazón o el estómago generalmente). Durante su campaña, la más larga de la historia de México, Andrés Manuel me pudo llevar del interés por conocer su propuesta la indiferencia y al rechazo total. Definitivamente lo aborrezco. No soporto si su modo de pensar, ni de hablar ni de andar. Mi sentir es el de la mayoría de los mexicanos que no votamos por él, y eso no modifica nada la vida por que será el próximo presidente de esta nación. Nos tendremos que soplar durante todo un sexenio (si no es que más) al presidente que habla sin ortoepía, que se tarda una eternidad en pronunciar una frase,y que en cada una de ellas todo me suena a incoherencia. Pero eso no es lo más trágico, para mi lo peor es que la mayoría de los mexicanos votantes no vieron en él a un líder, más bien, vieron a su "Tata".
 La figura del Tata en México es exactamente la que calcó con toda precisión López. En todos sus discursos habla como el típico papá mexicano de la vieja escuela que se siente solucionador de todos los problemas físicos, económicos y morales de sus hijos aunque estos sean adultos. Vaya, el típico padre autocrático. Lo que me hace pensar que el gobierno de López Obrador será una autocracia en toda regla.
Creo que es exactamente por eso que captó tantos seguidores. El mexicano en general busca más que un presidente, a un papá que le solucione la vida como cuando eran niños. ¿Cómo se entiende si no, las colas interminables de personas que van a su casa de campaña  a pedirle desde un empleo, un préstamo, un riñón para su abuelita, etc.
Esta es una de las características de la idiosincracia del pueblo mexicano, que al parecer está predispuesto a ser rebaño. Que en su inmadurez no se resigna a responsabilizarse de su persona y de sus cosas y necesita literalmente que le den chichi tenga la edad que tenga.
Aquí cabría la frase: "No tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre". Durante los sesenta y pico de años que estuvimos bajo gobiernos priístas, el mexicano aprendió a depender de "Tata" gobierno para todo. Todavía en la época de López Portillo, el gobierno actuaba exactamente como una dictadura, teniendo a los mexicanos a su merced. El gobierno priísta de toda la vida actuaba como el típico padre autoritario que le da atole con el dedo a sus vástagos para tenerlos sometidos a su gobierno y acostumbró a los mexicanos a ser irresponsables, huevones, conformistas, oportunistas e incapacitados para rascarse con sus propias uñas.
La 'costumbre' del pueblo llano en México es la de la ley del mínimo esfuerzo. Que el gobierno me de casa, trabajo, escuela para mis hijos, hospital para mis enfermedades, semilla para mis tierras y espectáculo para mi solaz. Pero pregúntale a cualquier mexicano de clase media para abajo, ¿qué hace para mejorar su vida? y te contará unas tragedias que las de Esquilo parecen comics de Archi. El mexicano no sale adelante por todos los pretextos imaginables, pero nunca por su culpa. Quiere todos los servicios sociales de primera, pero no paga impuestos a menos de que le llegue una orden de aprehensión por evasión fiscal. Se queja de sus gobernantes, pero es incapaz de levantar una denuncia ante el MP, por delitos de extorsión y cohecho. Resignadamente paga sin pudor alguno la mordida que le pidan, 'por que es más fácil y salimos de esto cuanto antes'.
Al mexicano promedio le vale madres si su futuro presidente es una persona preparada, que tiene varios grados universitarios (licenciatura, maestría, doctorado), que habla varios idiomas o que domina ciertos temas o ciertas materias, Al mexicano promedio le importa que su presidente entienda su sufrimiento y le prometa que le va a sonar los mocos y le va a dar trabajo, casa, comida, escuela, médico y gasolina gratuita. Ya con eso tiene cualquiera ganada la elección.
Si cualquier mexicano está dispuesto a vender su voto a quien le de una bolsa de frijol y un litro de aceite, si es capaz de ir a pescar una insolación a un mitin político a cambio de una torta de frijoles, un Frutsi y un plátano apachurrado ¿qué nos hacía pensar que la mayoría del pueblo votaría por el candidato más preparado, o por el que tenía mejores propuestas para sacar a este pobre país del hoyo donde está?
AMLO, cuyo único mérito (que no es poco) es conocer al pueblo sufrido como la palma de su mano y darle lo que pide, durante esta campaña hizo exactamente lo que tenía que hacer para ganar las elecciones (perdonar la franqueza y el ejemplo) se sacó la chichi y le ofreció al pueblo dejarlo mamar. Eso es todo.

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