lunes, 23 de julio de 2018

El Nuevo Flautista de Hamelin.

LO QUE MÁS ME ANGUSTIA de la nueva presidencia es darme cuenta de la cantidad de estúpidos fanatizados que tiene AMLO. No quiero decir que todos sean así, pero sí la mayoría. 
Nunca he entendido cómo es que personas a quienes considero inteligentes y cultas pueden haberse dejado convencer por un individuo que no puede hilar más de cuatro palabras de manera congruente en 90 segundos.No entiendo cómo es que le crean el intento de discurso que está lleno de demagogias, payasadas, bravuconadas, medias verdades y silencios incómodos, pero bueno, cada quien...
Lo que si comprendo es que Andrés Manuel, igual que el flautista de Hamelin ha hechizado a todas las ratas del pueblo. Los nombrados 'chairos'. Cualquier comentario que haga alguien que no es seguidor de AMLO lo descalifican no sólo con insultos, se arrancan con una cantidad increíble de vulgaridades y sandeces que me dejan con el ojo cuadrado.
Ya había comentado que si no hubiera ganado AMLO, estoy segura de que en estos momentos el país viviría en un estado de sitio permanente. Así son los 'chairos'. Creen que Dios les habla por conducto de Andrés Manuel y decir cualquier cosa en contra de su deidad los pone por demás agresivos y salvajes.
Es por eso que estoy aterrada, me da pánico el día que López Obrador tome la presidencia. Estoy segura de que ese día los 'chairos' se van a sentir intocables, cubiertos por el manto protector de su mesías...quién sabe cómo se vayan a poner las cosas aquí. Andrés Manuel es una persona normal, no tiene ninguno de los poderes mágicos que la mayoría de sus seguidores le atribuyen. ¿Qué pasará cuando vean que ni se acabó con la corrupción, ni con la inseguridad, ni con la inflación, que no consiguieron el trabajo de sus sueños, ni son millonarios, ni el Seguro Social va a ser igual que el Hospital Ángeles, que las escuelas públicas no van a ser como la sucursal de Harvard, que la gasolina seguirá subiendo y que nadie se va a volver millonario de la noche a la mañana? Eso es lo que más me agüita, que para cumplir todas las promesas utópicas que hizo en su campaña se necesitarían muchos sexenios y eso, si cada mexicano se comprometiera formalmente a trabajar sin descanso para el bienestar del país. Desafortunadamente eso es imposible. Los chairos con su comportamiento cada día nos muestran que eso no va a suceder. Ellos quieren que se les de todo a cambio de muy poco. Ellos están dispuestos a mentarle la madre con los insultos más graves y vulgares, pero no están dispuestos a alinearse al orden, a la disciplina, al trabajo duro, a la urbanidad y al civismo. Así las cosas, no puedo tranquilizarme pensando que México va a ser el sitio más estupendo para vivir en el próximo sexenio.
Al final, y tal y como sucede en la historia de el flautista de Hamelin, lo más seguro es que el flautista lleve las ratas al río para que se ahoguen.

martes, 17 de julio de 2018

UNOS DÍAS DESPUÉS DE LAS ELECCIONES II

   Terminé mi escrito pasado con preguntándome si AMLO sería capaz de ser un buen presidente para México. Yo no lo sé. Me encantaría tener una bola mágica y predecir el futuro.

   Por lo que hemos visto desde el lunes siguiente a la elección hasta hoy, López Obrador se ha tenido que calmar y ya se ha echado para atrás (al menos de palabra) de algunas de sus propuestas. Yo pienso que le pasó lo que a los espontáneos taurinos: no es lo mismo el toro desde la barrera que frente a frente. Ya se dio cuenta que no es tan fácil hacer todo lo que se habla. Aún no toma posesión del gobierno, creo que lo sensato es ver su actuación durante los primeros 100 días de su mandato y ya podremos hablar de algo más concreto. Por lo pronto, las 50 acciones de austeridad para su gobierno me parecen muy buenas. Habrá que esperar a que las ponga en práctica y ver qué tan bien funcionan.

   Creo que lo lógico es que esperemos un poco a ver la manera en la que se desenvuelve este señor. No creo para nada que nos lleve a ser una nueva Cuba o una nueva Venezuela, pero observemos. Al final puede resultar que nos dé una sorpresa a quienes no votamos por él. Digo, algo tendrá que arrasó con las elecciones.

     Yo, por lo pronto, observaré cómo van las cosas antes de tomar decisiones drásticas.
     

domingo, 15 de julio de 2018

Unos días después de las elecciones...


                                     

Medio en broma y medio en serio, durante toda la campaña presidencial me la pasé diciendo que si ganaba AMLO, al día siguiente me largaba a vivir a Canadá.
Hace dos semanas fueron las elecciones y yo sigo aquí ‘tan pancha’. He de confesar que las primeras noches no podía dormir. Todo el rato le daba vueltas a la cabeza con lo que me imaginaba que podría pasarle a mi México bajo el mandato de López Obrador. No por nada Santa Teresa decía que la imaginación era la loca de la casa. Pasaron por mi cabeza escenarios dignos de películas de Buñuel y de Visconti. Me vi medio desnuda con cuatro harapos cubriéndome el cuerpo buscando comida en los basureros. También me vi escondida en el sótano huyendo de los revolucionarios, e incluso, me pensé en un granero viejo con mis hijos huyendo de los ‘chairos’ que me mandarían al paredón por haber votado por Anaya. Afortunadamente todo se quedó en una de esas novelas mentales que me invento y regresó a mi alma la calma. Además, no sé ni dónde quedan los basureros municipales, ni mi casa tiene sótano y no creo que haya muchos graneros viejos por donde yo me muevo y las historias tipo película de Pedro Infante no son lo ordinario en estos tiempos.
Sigo pensando que al Sr. López Obrador le sobra lengua, creo que habla más rápido de lo que piensa y por eso dice las barrabasadas que suelta sin el más mínimo reparo. Ya ha tenido que rectificar promesas de campaña por que a la hora de la verdad ha visto que son completamente inviables. Lo único que me ha parecido bueno hasta ahora es que al parecer ha puesto en su gabinete a personas con sentido común que por lo visto, no lo dejarán cometer demasiadas burradas (¡eso espero!).
Desde Echeverría creo que no hemos tenido un solo presidente más o menos pasable. Todos en mayor o menor grado han sido en el fondo unos delincuentes de cuidado. Unos han pasado por la historia más sin pena que gloria y otros lo han hecho con todos los deshonores posibles Con este último mequetrefe que se dedicó a cometer todas las tropelías típicamente priístas sin recato alguno terminamos del partido en cuestión hasta la coronilla como quedó demostrado en las elecciones. Nunca ese partido había tenido un candidato con la preparación y el encanto de Meade y ni así logró  un resultado más o menos decente.
El problema del PAN fue otro. Ricardo Anaya, un joven preparado y con mucho entusiasmo y buenas ideas tuvo la osadía de revolucionar a su partido y meter al ‘cuarto de los trebejos’ a los panistas de la vieja escuela. La idea general es que dividió al partido y así lo hizo. Para mi, su gran problema es que no supo empatizar con el pueblo llano. En eso López Obrador es un maestro. El le gusta al pueblo por que les habla en su mismo idioma, se solidariza con el pueblo y toma el papel del pueblo. Dice lo que todos quieren oír, y promete corregir las cosas que tienen a todo el mundo harto…y bueno, después de 18 años de campaña, la revolución le hizo justicia y como el slogan de la Reforma Agraria: La tierra es de quien la trabaja, este señor López se trabajó la presidencia durante 18 años recorriendo el país de cabo a rabo por arriba y por abajo.
No hay que olvidar que Andrés Manuel es manufactura priísta. Militó en ese partido durante 12 años hasta que se unió con el ala izquierda del PRI para fundar al PRD. Ha militado en casi todos los partidos políticos del país, sólo le faltó el PAN. Debe de traer más escuela que ningún otro político en este país, pero…¿eso lo convertirá en un buen presidente?

Continuará…